EDITORIAL
"Imagínense un lugar para
vivir donde van a estar en continuo contacto con la naturaleza, donde
sus hijos puedan salir de casa, coger la bici y perderse entre las
calles sin ninguna preocupación. Un lugar donde cada mañana puedes
ir a recoger huevos de las gallinas para hacerte una tortilla para
almorzar, o recoger una lechuga del huerto para hacer una ensalada.
Un lugar en el que respirar aire puro y sobretodo naturaleza. Ese
lugar existe y son los pueblos"
Si vives en Castilla y
León probablemente tengas una casa en uno de ellos, pues son 2248
los municipios que hay en una comunidad de poco más de dos millones
y medio de personas. Casas que hasta ahora en su mayoría pertenecían
a los abuelos, los cuales se marcharon a la ciudad en busca de
trabajo y ahora sirven de cobijo durante el fin de semana y
vacaciones para toda la familia, donde se juntan tíos, primos y
abuelos. Sin embargo, en los últimos años se está produciendo algo
curioso, muchas de estas casas que por un motivo u otro se hayan
abandonadas, están siendo compradas por parejas jóvenes con niños.
¿Para vivir en el pueblo? ¡No! Para poder ir a pasar el fin de
semana y las vacaciones, y poder vivir así en pequeña medida lo que
leíamos al principio del texto. ¿Y es que existe entonces una
necesidad de contacto con el mundo rural?
El futuro para muchos de
estos pequeños municipios es muy turbio, por no decir negro. Desde
hace pocas semanas puedes encontrar en los bares o tablones de
anuncios de los ayuntamientos de algunos municipios de la comarca del
Odra-Pisuerga, una notificación en la que se hacía un llamamiento
al empadronamiento en los pueblos, asegurando que, al ritmo actual de
disminución de la población, no será la crisis económica la que
deje sin recursos para sufragar necesidades básicas a los habitantes
de estos pueblos, sino la falta de población de los mismos, pues a
mayor cantidad de personas, se dedica una cantidad mayor de recursos
y viceversa. Aunque pueda parecer una llamada a una pequeña trampa
administrativa, muchas de las personas que acuden a los pueblos con
asiduidad, fines de semana,festivos, meses de verano… probablemente
cumplan los requisitos para el empadronamiento.
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Pueblo por el que pasa el río Odra |
Es curioso, como lo
que nosotros llamamos evolución, nos aleja cada vez más de la
naturaleza, de conocer, hablar y preocuparte por las personas con la
que vivimos casa con casa durante años, para elegir la opción de
conocer ni su nombre, a no ser que hagan mucho ruido por las noches y
quieras demandarlos. Hay gente de la capital con 20 años ¡Que nunca
ha visto una vaca! Necesitamos los pueblos, necesitamos recuperar en
parte esa forma de vida, volver a nuestros orígenes que en el caso
de abandonarlos, no solo dejaremos pueblos y pueblos desiertos,
perderemos parte de nuestra cultura, una parte de nosotros. No se
cual es la mejor solución para solucionar este problema, pero no
cabe duda que merece luchar por esta causa y si empadronarse es una
de las soluciones, no cabe duda, yo me empadrono.